Sheran Harper, presidenta mundial de la Unión de Madres, lidera un movimiento global conformado por 4 millones de mujeres enfocado en erradicar la pobreza, la injusticia y la violencia en sus comunidades. Su reciente participación en la Lambeth Conference resaltó su inspiración en el ministerio de las mujeres dentro de la comunión anglicana.
En mi rol de presidenta mundial, tengo el privilegio de reunirme en línea regularmente con líderes femeninas de toda la comunión anglicana para orar y compartir, además de viajar extensamente para brindar apoyo presencial a estas mujeres.
Estas interacciones me permiten conectar con mujeres extraordinarias de fe, llenas de pasión por llevar a cabo la labor de Dios en Su mundo. Están motivadas por la convicción de haber sido llamadas, elegidas y designadas por Dios para ser portadoras de esperanza, incluso en los lugares más recónditos y oscuros, y para manifestar y difundir Su amor en cada rincón de todas las provincias.
Cada visita a las provincias enriquece mi corazón, fortaleciendo mi convicción en la firme fe de las mujeres en que, con Dios, todo es posible. A pesar de sus limitados recursos, ellas dan con generosidad, transformando las vidas de los más marginados y vulnerables. Su sacrificio es palpable en su esfuerzo por marcar la diferencia allí donde se necesita.
Muestran una admirable disposición para compartir y aprender unas de otras, apoyándose mutuamente. Esto se refleja en iniciativas como el Ministerio de Alfabetización de la Unión de Madres, un proyecto liderado por voluntarias que ha ayudado a cientos de miles de personas alrededor del mundo a encontrar formas de sostener y educar a sus familias.
Para estas mujeres, crear espacios seguros para la oración y el encuentro con Dios es parte esencial de su vida. Reconocen que nada se logra solo con esfuerzo humano. Cada mediodía, extendemos nuestras manos a través de los océanos en una ola de oración, intercediendo unas por otras y por nuestro trabajo. Creemos firmemente que nuestra fuerza y éxito en la misión y el ministerio, tanto en la iglesia como en la comunidad en general, se fundamentan en nuestra profunda conexión con Dios, nuestra dependencia de Él y nuestro entendimiento de Su propósito en nuestras vidas.
Eso nos permite manifestar nuestra fe a través de acciones concretas en nuestras comunidades, ya sea mediante la oración, el compañerismo o la asistencia directa a los necesitados. De hecho, las mujeres son el corazón, las manos y los pies de la comunión anglicana.
En nuestro mundo, lleno de constantes acontecimientos, observamos frecuentemente que, en momentos de conflicto, las mujeres desempeñan un papel crucial como pacificadoras y constructoras de puentes, tanto en el hogar como en la comunidad y más allá. Ellas crean espacios seguros para la expresión de diversas perspectivas, haciendo sentir a cada persona valorada y respetada, y garantizando que el amor llegue a aquellos hermanos y hermanas que más lo necesitan.
Frente a los desafíos, las mujeres muestran una motivación y determinación incansable para hacer lo necesario para la supervivencia de sus familias. Durante mi reciente visita a Madagascar, presencié cómo las mujeres se organizaban y cultivaban alimentos para contrarrestar los problemas climáticos, apoyando así a sus familias y a la comunidad. Incluso después de un devastador ciclón, no temen salir, trabajar en equipo y reconstruir todo lo que se ha perdido.
Información adicional:
• Este artículo es parte de la serie «Ser Anglicano». Para más información sobre nuestro próximo seminario web acerca de «Ser Anglicano» y el llamado de Lambeth sobre la Identidad Anglicana, por favor haga clic en el enlace correspondiente.