Luces al final del tĂșnel

Luces al final del tĂșnel

El teólogo y biblista brasileño, Paulo Ueti, habla de su triple visión de los cristianos como sal y luz en el mundo actual.

Paulo, que se encuentra en la diócesis de Brasilia, Brasil, trabaja para la Oficina de la Comunión Anglicana en la educación teológica y también trabaja con la Alianza Anglicana, la agencia de desarrollo, ayuda y defensa de la Comunión.

«Creo que hemos sido llamados a ser sal y luz en el mundo, no para la Iglesia y no sólo dentro de la Iglesia. Eso significa que también estamos llamados a escuchar atentamente los signos de los tiempos, a estar atentos al contexto en el que vivimos, porque somos una comunión, una familia mundial».

Paulo cree que todo el mundo estĂĄ conectado, desde la India hasta el PacĂ­fico. «Estamos todos atados. Estamos todos juntos en el mismo ‘barco’ y vivimos en una increĂ­ble red de relaciones, a veces buenas, a veces conflictivas, pero son relaciones que hay que cuidar. Soy brasileño; brasileño de madre japonesa y padre italiano, que ha trabajado en todo el mundo durante los Ășltimos 20 años y que habla diferentes idiomas todo el tiempo. En mi contexto en AmĂ©rica Latina, para ser sal y ser luz, primero hay que ser profĂ©tico; decirle la verdad al poder y a todo poder. Por lo tanto, eso incluye a los poderes polĂ­ticos y a los poderes religiosos, decir la verdad contra cualquier tipo de normas sociales que sean opresivas y excluyan a las personas».

Ser la sal y la luz para Paulo es como la Iglesia o los cristianos iluminan la oscuridad de un tĂșnel. Creo que estamos llamados a comprender y a darnos cuenta de que somos gente de esperanza, somos el pueblo de la resurrecciĂłn. Vemos la luz al final del tĂșnel. AsĂ­, cuando hay un problema, cuando hay un conflicto o cuando tal vez hay oscuridad, existe luz, porque estamos ahĂ­. Somos las luces en todas partes, no sĂłlo en las cosas buenas, en el jardĂ­n de las rosas, sino en todas partes. Nosotros somos los llamados a ser la luz y a ayudar a la gente a entender y a darse cuenta de que la luz estĂĄ ahĂ­, de que no hay que desesperarse».

«A veces nos vemos atrapados en situaciones difíciles y caemos en la desesperación. La desesperación forma parte de nuestra vida cotidiana. Creo que deberíamos aceptarlo como parte de nuestra forma de aprender de Dios y de aprender de la comunidad», dijo Paulo.

Cree que la pérdida de conectividad y de pertenencia a una comunidad puede llevar a la desesperación. «A veces nos hemos desesperado porque estamos perdiendo este vínculo que Dios nos dio. Tenemos que estar atentos a las personas desesperadas. No se trata de mí y de Dios, sino de cómo Dios se revela a través de la comunidad. Así, la comunidad es realmente la gloria, que en hebreo significa la presencia de Dios».

Paulo dijo que mientras en la Iglesia se apoyen unos a otros, hay menos lugar para la desesperación: «Tenemos que practicar la escucha activa, tenemos que practicar el querer cuidar. Creo que la esperanza, el amor y la comunidad florecerån y lucharemos contra la desesperación».

Lleno de imågenes, Paulo también comparó el hecho de ser sal y luz en el mundo con el de ser una comadrona.
«Estamos llamados a apoyar cosas nuevas, lo cual es todo un reto porque nunca sabemos qué va a pasar. Estamos ayudando a un niño a venir al mundo, pero no sabemos qué va a pasar con ese niño. Apoyamos a la madre, apoyamos a la familia y cuidamos al niño que estå por venir».

En resumen, respecto a su visiĂłn de que la Iglesia sea eficaz en el mundo, dijo: «Ser sal y luz es actuar como parĂĄbola, actuar como profeta y actuar como partera en este mundo caĂłtico, pero tambiĂ©n Ăștil».

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