Fomento de discĂ­pulos de todas las generaciones en Nueva Zelanda

La obispa neozelandesa Eleanor Sanderson cree que el discipulado es esencial y describe la manera en que la iglesia de su zona ha venido realizando el discipulado con las diferentes generaciones.

La Reverenda Eleanor Sanderson es obispa de la Iglesia Anglicana de Aotearoa, Nueva Zelanda y Polinesia y es obispa adjunta en la DiĂłcesis de Wellington.

En su conversaciĂłn con el equipo de la Conferencia de Lambeth hablĂł de su experiencia y su visiĂłn del discipulado.

«Creo que el discipulado significa algo realmente poderoso. Siempre he pensado que ser discípulo es vivir una vida moldeada por Jesús, lo cual ha sido el trabajo de nuestra Comunión Anglicana a través de la labor de discipulado intencional en los últimos 10 años».

La obispa Eleanor dijo que cree que el discipulado y la comunidad van de la mano. «Jesús discipuló mediante la construcción de una comunidad de personas que conviven estrechamente en unidad; además, mis primeras invitaciones al discipulado han sido de personas que viven vidas moldeadas por Jesús que me han invitado a estar junto a ellas, a aprender de ellas y a estar en misión con ellas».

Desde la diĂłcesis de Wellington, la obispa dijo que es muy importante crear lugares donde la gente tenga la oportunidad de vivir en comunidad y compartir sus vidas en profundidad.
«Yo vivo en una comunidad residencial intencional con estudiantes de nuestra universidad. Vivimos un ritmo de vida en conjunto; una vida en la que compartimos los alimentos, hay compañerismo, hay un hábito de oración diaria y hay discipulado semanal en nuestras diferentes casas comunitarias, y además nos enmarcamos en un claro patrón de misión a través de la capellanía de la universidad. Para mí, el discipulado y la comunidad están inextricablemente unidos».

Según la obispa Eleanor, el discipulado consiste en compartir. «En nuestra diócesis hemos tenido muy claro que en cualquier aspecto de la vida eclesiástica en el que nos encontremos, tanto si formamos parte de una parroquia, como si somos parte de una nueva comunidad monástica, o si formamos parte de una residencia intencional, el discipulado lo constituye todo. Así que decimos que el discipulado es compartir la Palabra de Dios juntos, compartir los alimentos juntos, compartir nuestra vida y rezar juntos, siempre con una misión y un enfoque claros».

La obispa Eleanor dijo que el discipulado es el núcleo de la Iglesia. «Jesús nunca nos pidió que construyéramos iglesias, Jesús dijo que él construiría la Iglesia. Lo dijo muy claramente. Pero nos pidió que formáramos discípulos. Siento que, como Iglesia, lo hemos hecho al revés. Hemos gastado mucho tiempo y energía tratando de construir la Iglesia y en realidad no nos hemos formado a nosotros mismos o a las personas que están con nosotros para aprender a hacer discípulos. Así que, desde mi experiencia, la mayoría de la gente se siente desconcertada con el discipulado, a pesar de que es aquello para lo que hemos sido llamados.»

«Uno de mis mejores amigos utiliza la analogĂ­a del iPhone, y dice: ‘Si piensas en el iPhone, el discipulado es el telĂ©fono y la Iglesia es la aplicaciĂłn. Sin embargo, tendemos a hacerlo al revĂ©s y pensar en la Iglesia como el telĂ©fono y el discipulado como la aplicaciĂłn. En realidad, el llamado de JesĂşs es a discipular'».

«Me parece que existe miedo en nuestra Iglesia a la formación, porque en el fondo todos nos sentimos inseguros, porque la realidad es que como humanidad tropezaremos y caeremos. Pero cuando miramos a todos los discípulos, todos tropezaron y cayeron de diferentes maneras, y eso es parte de ser un discípulo. Parte de ser un aprendiz humilde es que aprendemos equivocándonos y, en particular en el discipulado, se trata de vivir la vida profundamente con Dios».

En cuanto a las barreras de las personas para avanzar en el discipulado, la obispa Eleanor dijo,
«Wellington es la ciudad más secular del mundo entre los 15 y los 44 años. La mayoría de las personas en esa franja de edad no tienen ninguna identidad o afiliación religiosa. Nuestro contexto es uno en el que la gente no tiene antecedentes del evangelio, no hay educación religiosa en las escuelas como en otros países».

En el mundo occidental el nominalismo, donde es posible formar parte de la Iglesia y tener un sentido casi privado de la fe, es una de las mayores barreras para el discipulado, según la obispa. «Para mi generación, en este contexto, el nominalismo no es una opción, sencillamente no somos suficientes, estamos en una iglesia de gran decadencia con enormes brechas generacionales. Por eso, la única iglesia en la que vivirán mis hijos y los jóvenes que me rodean es una Iglesia muy comprometida, en la que la gente haya muerto a sí misma para estar viva para Dios».

La diócesis de Wellington ha hecho del discipulado una prioridad clave. La obispa Eleanor explicó: «Hemos hablado intencionadamente del discipulado y hemos invertido en herramientas para el discipulado, para que podamos compartir un lenguaje y un marco común sobre cómo vivir esa vida moldeada por Jesús». Dijo que el programa había dado lugar a cuatro o cinco generaciones de grupos de discipulado, en los que la gente se sentía confiada para hacer este recorrido más profundamente en Cristo con los demás.
«Sentimos que invertir intencionalmente en herramientas y marcos específicos de discipulado es un verdadero éxito para lograr la potencialización».

ÂżCĂłmo hace la diĂłcesis para formar discĂ­pulos de todas generaciones?

La obispa dijo que el movimiento juvenil anglicano diocesano es un elemento de discipulado realmente poderoso. «Aquí es donde los jóvenes eligen hacer trabajo juvenil voluntario para nuestra diócesis, ya sea en parroquias o en entornos escolares urbanos. Viven juntos, donde comparten esa vida de oración diaria, discipulado semanal y misión semanal. Ahora hemos pasado de una casa a 14 casas diferentes en nuestra diócesis, con docenas de jóvenes que viven en un profundo discipulado entre ellos.»

«Uno de los aspectos de los que somos especialmente conscientes en nuestro contexto de envejecimiento demográfico y de falta de generaciones en nuestra Iglesia es que el discipulado siempre debe ser intergeneracional. En la comunidad cercana de JesĂşs, ese ‘oikos’ de la familia extendida incluye a hombres, mujeres y niños. Y una de las cosas que siento que ha sucedido, particularmente en el contexto occidental de la Iglesia, es que el llamado geográfico a hacer discĂ­pulos se ha escuchado muy claramente, pero el llamado generacional al discipulado, que estaba implĂ­cito en el pueblo de Dios, se pasa por alto en muchas ocasiones”.

«Con frecuencia olvidamos, o no hemos sabido, cómo vivir profundamente de forma intergeneracional y compartir la Buena Nueva con los hijos de nuestros hijos, por lo que encontrar formas de comunidad misionera intergeneracional y herramientas de discipulado intergeneracional es realmente importante. No debemos volver a estancarnos en esta posición en la que nuestros hijos y los hijos de nuestros hijos no son una parte habitual de la familia extendida de nuestra Iglesia, lo que resulta en un grupo demográfico muy sesgado, por ello debemos asegurarnos de que ya no siga sucediendo y de que las iglesias a las recurrimos estén llenas de vida intergeneracional».

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