«Sin discipulado estamos perdidos», afirma el obispo de Jamaica

El arzobispo Howard Gregory dice que sigue en su búsqueda y creciendo como discípulo después de 20 años como obispo.

Su Excelencia, Reverendo Howard Gregory, es obispo de Jamaica y las Islas Caimán, y arzobispo de la Provincia de las Indias Occidentales. Le contó al equipo de la Conferencia de Lambeth sobre la importancia del discipulado para llegar a la próxima generación.

Tras perder a sus padres a los 15 años, el arzobispo Howard dijo que fue la comunidad eclesiástica la que le nutrió y le ayudó a crecer en la fe.
«Diría que la primera parte de mi crecimiento como discípulo fue en el contexto familiar, pero la Iglesia como familia se convirtió en la influencia más fuerte en términos de lo que significa el discipulado para mí».

«El arzobispo Rowan Williams, influyó en algunas de mis ideas, porque se refiere al discipulado como ‘un estado del ser’. Y para mí, esto es muy significativo, porque habla de un enfoque, no de factores externos, sino de algo profundo dentro de la persona, que determina quién soy, cómo respondo a la vida, a la gente y al mundo. También lo veo como un proceso continuo y que no acaba».

«Creo que es un reto para muchos de nosotros, como ministros ordenados, que necesitamos recordar que tenemos que crecer como discípulos y no sólo ayudar a otros a crecer. Y creo que todavía estoy buscando y creciendo como discípulo».

Para el arzobispo Howard el discipulado debe involucrar a la comunidad. «Hay que tener un compromiso personal, pero también hay que conectarse con una comunidad de fe donde tengamos desafíos, donde escuchemos la Palabra, donde nos nutramos y donde nos apoyemos mutuamente. Pero el discipulado también implica discipular a otros, no basta con ser un discípulo de a pie. Hay que participar en el discipulado de los demás».

«Creo que debemos centrarnos en el hecho de que la Iglesia es la comunidad dentro de la cual se proclama el Evangelio y se alimenta la fe… Ciertamente hay que escuchar esa Palabra en el contexto de una comunidad que practique fielmente el Evangelio, que evangelice y que, con suerte, contribuya al crecimiento de las personas».

«En mi propio ministerio, parte de lo que intento hacer en términos de ayudar en el proceso de discipulado dentro de la comunidad de fe es fomentar actividades como el programa Alpha. Tenemos un centro de retiros como una oportunidad para nutrir a los discípulos y su crecimiento en la fe. Pero hay otro lado del discipulado que implica la participación en lo que es la cuarta marca de la misión, el alcance, la dimensión de servicio de la fe».

El arzobispo Howard dice que el enfoque de la Comunión Anglicana sobre el discipulado ha sido importante porque ha ayudado a crear conciencia sobre el discipulado en la diócesis. «En nuestra localidad ha habido un despertar en algunos sobre la importancia del discipulado, la importancia de su crecimiento, la importancia de su relación con Dios, de tener un testimonio; porque como les digo a las congregaciones, si no tenemos un testimonio, entonces no tenemos algo que compartir. Por lo tanto, las personas se pueden enfocar y luego ser capaces de discipular a otros para poder compartir el evangelio, pero también para poder participar en la misión de la Iglesia. Y esa misión puede ser cualquier cosa, desde ayudar a los niños con sus gastos escolares o ayudar a los ancianos».

¿Qué dice sobre los cambios a los que se enfrenta la Iglesia en el futuro?

Dijo que el discipulado dentro de la cultura y el contexto cambiantes de hoy se enfrenta a una serie de desafíos, tanto en las Indias Occidentales como en otras partes de la Comunión.
«La experiencia con la COVID es una experiencia que habla de la transición, porque estamos hablando de una nueva normalidad. Estamos hablando de hacia dónde vamos, porque no estamos seguros. La COVID nos ha hecho conscientes del hecho de que algunas de las formas tradicionales de hacer las cosas ya no funcionarán. Al dejar de lado los encuentros presenciales, por ejemplo, nos hemos frenado como comunidad y también hemos visto un cambio en nuestra comprensión de lo que es realmente la Iglesia. Porque donde las congregaciones no han podido reunirse y ahora se encuentran en línea, algunas personas manifiestan que no están seguras de querer volver a la modalidad presencial. Para mí, esto es parte de la transición con la que tenemos que lidiar. Y no creo que podamos ignorar que los ministerios en línea llegaron para quedarse».

«Creo que el futuro de la Iglesia va a ver menos énfasis en la vida institucional de la Iglesia. Es evidente que nuestra población juvenil no resulta tan apegada a las instituciones tradicionales. Eso no significa que no sean espirituales, o que no estén interesados. Así que tendremos que ver cómo vamos a afrontar esta realidad».

«También creo que ahora mismo estamos en un mundo en el que hay mucha confusión sobre lo que constituye la verdad y lo que constituye la realidad o lo que es falso. Ese es el mundo en el que tendremos que actuar… Si tomamos como ejemplo la respuesta a la COVID, uno podría imaginar que algo como la vacuna es algo que cualquiera querría apoyar para la gente. Pero existen algunos sectores de la Iglesia que forman parte de las teorías conspirativas, que impiden que la gente se vacune, lo que estamos padeciendo en mi comunidad en estos momentos».

«Nos enfrentamos a una época de transición en varios frentes, no podemos escapar de ella. La Iglesia, la Iglesia institucional, no tendrá el mismo aspecto, aunque seguirá habiendo un lugar para ella. No obstante, quizás la Iglesia tenga que apoyarse más en los grupos pequeños y en las comunidades, y tendremos que relacionarnos con las personas de una manera diferente».

«Creo que una de las dificultades a las que nos enfrentamos como anglicanos es que hemos asumido que nuestra Iglesia, ciertamente en mi localidad, seguirá creciendo porque papá y mamá tendrán algunos hijos. Estos hijos asistirán a la escuela dominical, se confirmarán, se casarán y los hijos continuarán naturalmente como anglicanos, y la Iglesia se mantendrá como tal. Esa realidad ya no es así. Por lo tanto, tenemos que aprender que hay que ir más allá de nuestro sentido centralizado y empezar a acercarnos a otros. Allí es donde el discipulado se vuelve muy importante para poder acercarnos a otros y enseñarles. Porque sin eso, vamos a estar en serios problemas. Y lo veo, en nuestra región, con las nuevas urbanizaciones. Aunque haya miles de parejas jóvenes con hijos pequeños que se trasladan a una comunidad, si la Iglesia Anglicana no forma parte de esta, entonces se pierde una generación».

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