Una nueva era para la Iglesia – sin puertas

El obispo de Dallas, Estados Unidos, lleva siete años al frente de la diócesis episcopaliana texana. Él habló con el equipo de the Lambeth Conference sobre el liderazgo, los desafíos globales y sus anhelos para la Comunión Anglicana.

El reverendo George Sumner fue miembro del Grupo de Diseño de Lambeth, por lo que ha participado estrechamente en la configuración de the Lambeth Conference del próximo año.

«El Grupo de Diseño de Lambeth fue una verdadera sección transversal de la Comunión de casi todos los continentes», dijo. «En estos dos años y medio, más o menos, nos hemos convertido en una familia y todos/as construimos amistades muy importantes. Así que fue una especie de epítome de lo que todos/as esperamos y deseamos en la propia Conferencia».

¿Cuáles son las tres palabras que mejor describen su papel de líder y cuáles son sus principales prioridades?

«Sobre el tema del liderazgo, y en particular como obispo, la frase que me viene a la mente es ‘observar el horizonte’. Hay mucho de eso en la vida de un/a obispo/a, la función de vigilancia, pastoreo y cuidado. Como cristianos, también observamos el horizonte, que es el símbolo de la resurrección. Personalmente, soy un observador de horizontes».

«Paso la mayor parte de mi tiempo tratando de ayudar y animar a las congregaciones locales a prosperar. Queremos que sean fieles, que crezcan y que ejerzan su ministerio en el mundo». Dijo que quería invitar a la gente a darse cuenta de que forman parte de un cuerpo, no de islas. «Creo que la Comunión es una extensión de eso. No somos una isla como Iglesia. Las cosas que observamos en el horizonte tampoco son simplemente nuestras, sino que son compartidas. Se trata de alejar a las personas de ese enfoque comprensible en su propio ministerio para que vean que en realidad no están haciendo esto por ellas mismas».

Cuando pensamos en los diferentes problemas que afronta el mundo, ¿dónde cree que es más necesaria la voz de la Iglesia?

«Si algo nos queda de la COVID, es que nos desengañó de la idea de que sabemos lo que va a pasar o de que podemos planear todo. Es una gran lección de humildad el hecho de que no sepamos realmente lo que va a pasar. Aunque creo que también ha sido una lección de interdependencia. Los virus no conocen de fronteras, ni procedencia. Así que, en cierto modo, ha sido un llamado a la flexibilidad».

«En mi propia diócesis, queremos escuchar cómo Dios nos llama a un ministerio más ecuménico. Los problemas a los que nos enfrentamos no son exclusivos de los anglicanos y episcopales, ni de las personas concretas que acuden a nuestras iglesias… Hay destrucción y construcción, se planta y y se arranca, y en medio de todo esto, reclamar la Iglesia como una realidad ecuménica y global está en el centro de lo que estamos tratando de hacer a nivel local.»

¿Qué cualidades de liderazgo se necesitan para servir y apoyar a la gente en momentos tan difíciles?

«Creo que es cuestión de discernir el momento… Hemos vuelto a cuestiones más básicas, como ¿qué significa ser una Iglesia evangelizadora? Por ejemplo, nos dimos cuenta de que la Iglesia al aire libre tenía algunas ventajas. Estuvimos haciendo confirmaciones al aire libre durante un tiempo y mucha gente venía a la Iglesia simplemente porque era posible, literalmente sin puertas. Significó la Iglesia en un nuevo momento».

«También hemos tratado de unir la vocación contemplativa, la oración silenciosa, con la evangelización, porque creemos que a gran parte de nuestro sistema nervioso central le vendría bien la calma mientras escuchamos el evangelio. Así que en esta nueva e inusual temporada de restauración, estamos tratando de discernir cómo es el evangelismo».

¿Cómo cree que la Comunión Anglicana puede ser una fuerza de esperanza y cambio en el mundo?

«Si observamos el tipo de macrodesafíos a los que se enfrenta el mundo, por un lado son compartidos por todos; el clima es como un virus, no le importa dónde nos encontremos, probablemente nos afecte de forma ligeramente diferente, dependiendo de dónde estemos, pero es un problema en todas las localidades. Necesitamos saber cómo están respondiendo las iglesias. Necesitamos una visión más amplia, mirar todo el panorama, todo el horizonte».

«Encuentro muy interesante la historia de la misión, justamente, uno de los grandes momentos de la historia de la misión anglicana fue una Conferencia celebrada en Toronto en 1963, en la que el lema fue «Responsabilidad mutua e interdependencia». Eso fue una visión. Los problemas concretos a los que nos enfrentamos no estaban en el horizonte como ahora, pero seguimos siendo mutuamente responsables e interdependientes entre nosotros. Necesitamos ser convocados a esto continuamente».

«The Lambeth Conference es un símbolo de ello porque, como Iglesia, somos mutuamente responsables e interdependientes. Y aplica tanto para cosas prácticas, como el clima o la injusticia económica, como para recordarnos que el mundo necesita saber que tiene un propósito, más allá y más amplio que sus problemas, que es su destino en el Reino de Dios. Es universal para la raza humana que tiene un solo evangelio y a Jesucristo, y eso lo comparten todos/as los/as obispos/as que se reunen desde cada rincón del mundo».

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