El obispo africano, el reverendo Cleophas Lunga, quiere que la Iglesia intensifique su actividad a través de la puesta en práctica de sus enseñanzas viviendo en armonía con los demás y con la naturaleza.

El obispo Cleophas es el obispo anglicano de Matabelelandia en Zimbabue, una diócesis situada en la parte occidental del país, en la frontera con Zambia, Sudáfrica y Mozambique. Habló de su enfoque como líder y de sus esperanzas para el futuro de la Comunión Anglicana.

¿Cómo describiría su papel de líder y cuáles son sus mayores prioridades como obispo?

«Es un trabajo apasionante y también frustrante. Es apasionante ser líder a este nivel porque el margen de imaginación y creatividad es muy amplio. Es emocionante en el sentido de que tenemos tanto por hacer, aunque esa la vez frustrante porque hay muy poco tiempo para hacer esas cosas».

«En mi contexto, siempre busco que los que trabajan conmigo, y también aquellos con los que trabajamos, sean capaces de ver los problemas de la producción de alimentos. Para mí, la seguridad alimentaria es clave en esta parte del mundo, especialmente con todo el tema del cambio climático». Dijo que es difícil para la gente entender cómo afrontar la crisis medioambiental. «Le digo a la gente que no podemos destruir el medio ambiente que Dios creó. Que si Dios está en nosotros y con nosotros, aún podemos salvar el planeta».

¿Cuáles son los temas clave sobre los que la Iglesia Anglicana debe pronunciarse?

«Como Comunión Anglicana, como Iglesia mundial y con la reunión de los líderes en Lambeth, será fundamental que analicemos las cuestiones de lo que me gustaría llamar «rehogarización». Creo que, en nuestras diferentes formas, hemos sido desplazados. Nos sentimos desplazados/as cuando estábamos acostumbrados/as a temperaturas de 26 grados cada verano, y empiezan a ser 36 o hasta 40 grados. Somos desplazados/as cuando no estamos donde se supone que deberíamos estar o cuando tenemos que dejar nuestro hogar».

«Si no es el clima lo que nos desplaza, es la guerra. La pobreza es también otro factor que nos desplaza. Así que, en todo el mundo, somos un pueblo desplazado. Y, por lo tanto, tenemos que estudiar la forma de ‘rehogarizarnos’. ¿Cómo volvemos a nuestro hogar? ¿Cómo hacemos para recrear y poder volver a estar en el mismo tipo de entorno que habíamos conocido?»

¿Cuál es el papel de la Iglesia en todo esto? ¿Hay ejemplos concretos en donde eso ya está ocurriendo?

«Creo que el Arzobispo de Canterbury ha hecho un excelente trabajo pedagógico. Ahora nos acercamos a una década de enseñanza sobre temas que pueden ayudarnos a vivir juntos/as en armonía. Eso significa vivir en armonía con nosotros/as mismos/as, en armonía con los demás y en armonía con la naturaleza. Sin embargo, lo que hay que intensificar es su aplicación en los distintos lugares donde nos encontramos. Ahora tenemos que poner en práctica las enseñanzas de las que hemos estado hablando».

«La Iglesia siempre ha sido la conciencia, la voz del mundo. Ahora tenemos que ubicarnos en un punto en el que seamos capaces de decir: ‘¿Estamos accediendo a nuestros parlamentos? ¿Somos capaces de contribuir juntos/as en un lugar en el que podamos interactuar con los responsables políticos?’ Creo que las políticas pueden ser complicadas y difíciles de entender; sin embargo, a menos que las Iglesias interactúen con los políticos, uno a uno, durante un largo período de tiempo hasta que el mensaje sea claro, será difícil que los políticos entiendan realmente lo que la Iglesia está tratando de enseñarles».

«Creo que la conferencia ayudará en gran medida. Nos reunimos como diferentes obispos/as de diferentes contextos y diferentes partes del mundo, siendo obedientes a la verdad. Somos diferentes, pero somos iguales, en el sentido de que queremos encarnar esa verdad. Hay diversidad de pensamiento y diversidad en muchos aspectos, y, sin embargo, debemos ser un solo pueblo.

«Cuando finalmente ocurra y nos reunamos, como hermanos y hermanas en Cristo, empezaremos a ver la mano de Dios en todas estas cosas. Nos hemos mantenido unidos/as gracias a la resistencia, a la paciencia y a la comunicación que mantenemos. Pero Dios nos está dando la oportunidad de vernos cara a cara en la Conferencia y creo que será una oportunidad maravillosa».