Ser una fuerza de unidad en un mundo de desacuerdos

Uno de los obispos de la Iglesia de Inglaterra dice que la Comunión Anglicana puede ser una fuerza real para lograr una mayor igualdad y unidad en un mundo increíblemente desigual y lleno de desacuerdos.

El obispo de Manchester, el reverendo David Walker, dirige la Iglesia de Inglaterra en una gran conurbación del norte del país.

El obispo habló con el equipo de the Lambeth Conference sobre el liderazgo y cómo la Comunión Anglicana puede tener un impacto en el mundo actual.

¿Cuáles tres palabras utilizaría para describir lo que significa ser un líder?

«Si tratara de resumir en tres palabras lo que hago como líder, serían: el compromiso, tanto con la Iglesia como con la sociedad en general; el equipamiento, particularmente equipar a la Iglesia para la misión en el mundo de Dios y; finalmente, el moldeamiento de la cultura, tanto moldear la cultura de la iglesia, como moldear la cultura cívica más amplia de la sociedad en la que vivo. Si hago bien esas tres cosas, lo demás vendrá por añadidura».

¿Cuáles son los mayores retos a los que se enfrenta como obispo en Manchester?

«El mayor reto al que me enfrento es cómo adaptamos y complementamos las estructuras y los métodos del ministerio que se crearon en plena Revolución Industrial, en la década de 1840, para hacerlos encajar en la década de 2020 y en las décadas posteriores. Hasta ahora, se han hecho ajustes básicos y se han puesto parches aquí y allá, pero creo que tenemos que hacer algo más radical».

«Manchester es una de las ciudades más diversas de Europa, diversa en cuanto a las lenguas que habla la gente y diversa en cuanto a la forma de entender su misión para con Jesucristo. Entonces tenemos iglesias grandes y pequeñas, iglesias de todas las tradiciones dentro del anglicanismo, e iglesias que adoptan actitudes muy diversas en cuanto a asuntos como la sexualidad humana y el papel de la mujer, y también en muchas cuestiones públicas».

¿Dónde se necesita más la voz de la Iglesia?

Es ideal que haya reuniones entre obispos/as de toda la Comunión Anglicana, porque hay asuntos importantes mundiales que espero que podamos ayudar a la Iglesia a abordar. El más evidente es el cambio climático; tenemos que hacer algo para manejarlo. Justamente, sigue creciendo la brecha entre ricos y pobres, tanto entre naciones, como al interior de los países; de nuevo, algo en lo que las agencias eclesiásticas tienen una enorme experiencia en el sentido de aliviar la necesidad y facilitar la defensa, sin embargo, me gustaría que analizáramos cómo podemos impulsar este trabajo». Monseñor David también cree que la Iglesia tiene un papel importante en cuanto a desafiar y hablar contra el resurgimiento del autoritarismo y el populismo que está excluyendo a ciertos grupos sociales, que no son favorecidos por el régimen de su país.

¿Cómo puede la Comunión Anglicana ser una fuerza del bien en la próxima década?

«Creo que, en primer lugar, podemos ser una fuerza de unidad en un mundo que parece premiar el desacuerdo. Podemos ser una fuerza hacia una mayor igualdad en un mundo tremendamente desigual. Y podemos ser una fuerza que hable y actúe conforme a la Buena Nueva de Jesús en un mundo que necesita desesperadamente conocer Su amor».

«En el corazón del anglicanismo está la encarnación, el sentido de que seguimos a un Señor que vino a la tierra y vivió una vida completamente humana. Y eso significa que tenemos que respetar los diferentes contextos, la diferencia entre la tierra que pisan los diferentes anglicanos en diferentes partes del mundo. Para mí, se trata de construir una relación y, suelo decirle a la gente aquí: ‘Dios amó tanto al mundo que no envió una invitación con zoom, vino en persona’. Y por eso necesitamos reunirnos en persona, para estar en relación. Las conversaciones que estamos realizando para preparar Lambeth han sido fantásticas. He aprendido mucho. Pero podemos aprender mucho más caminando juntos/as físicamente; por ese viaje que haremos, la hospitalidad de antemano, y después cuando nos reunamos en el propio Canterbury. Ese tiempo juntos/as será sumamente valioso para que aprendamos a que el buen desacuerdo deje de ser un eslogan y se convierta en una experiencia vivida».

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