Predicar con el ejemplo a la hora de afrontar los efectos del cambio climático

Experto asesor sobre el medio ambiente y el cambio climático para las Iglesias de África cree que los/as obispos/as y las Iglesias deben liderar la lucha contra el cambio climático mediante una acción positiva.

Nicholas Pande es el responsable de los proyectos del Consejo de Provincias Anglicanas de África, con sede en Nairobi (Kenia). Sus competencias incluyen la seguridad alimentaria, la resiliencia y la respuesta a las catástrofes, la salud, la conservación del medio ambiente y la adaptación al cambio climático.

Habló con el equipo de la Conferencia de Lambeth sobre cómo el cambio climático está afectando a África y cómo las Iglesias pueden ayudar al mundo a afrontar la crisis.

Con sede en Kenia, Nicholas Pande tiene muchos años de experiencia en la protección del medio ambiente y en la ayuda a los afectados por catástrofes naturales.
«Durante los últimos 10 años he estado trabajando con la Iglesia, centrándome sobre todo en el fomento de la resiliencia de la comunidad ante las catástrofes, especialmente las naturales, y trabajando con los/as jóvenes en este sentido».

¿Cómo están afectando la crisis climática y las catástrofes naturales a Kenia?

Nicholas dijo que en Kenia, como en muchos otros países africanos, dependen de su economía agrícola. El 70% de los africanos vive en el campo y hasta el 80% trabaja en la agricultura. La mayoría son pequeños agricultores que dependen de la lluvia, porque la agricultura con irrigación tiene un porcentaje muy pequeño de la agricultura africana. Así pues, la crisis climática, que ha provocado un régimen de lluvias imprevisible, afecta la producción agrícola. Ese ha sido el mayor golpe para nosotros en Kenia y en el resto de África. La gente depende de la lluvia para producir cultivos y hemos experimentado muchas pérdidas de cosechas y de ganado, lo que ha agravado el problema de la incertidumbre alimentaria».

Además de la pérdida de cosechas y la falta de alimentos, Nicholas dijo que los cambios en el clima han provocado problemas de salud en muchas especies marinas y el aumento de los casos de malaria. «Incluso en zonas más frías, que no eran hábitats naturales de estos parásitos, la gente se está contagiando de malaria, porque los lugares son cada vez más cálidos».

¿Qué hace la Iglesia para ayudar a la gente a afrontar la crisis climática?

«Lo que la Iglesia ha tratado de hacer es mejorar la capacidad de las comunidades para hacer frente a la situación. Por ejemplo, ha promovido la agricultura en seco para ayudar a los agricultores a adaptarse mejor a las largas temporadas de sequía. Las Iglesias están animando a los agricultores a cultivar cosechas cortas o de maduración temprana». Dijo que la Iglesia también está fomentando la siembra de árboles para hacer frente a la desertificación, así como la promoción de cocinas más eficientes energéticamente, en lugar de los tradicionales quemadores de carbón.

Según Nicholas, la siembra de árboles es una de las iniciativas más importantes en las que pueden participar todas las Iglesias. «En Uganda, la diócesis distribuye plántulas y luego impulsa la siembra de árboles en las comunidades. Por tanto, no se trata sólo de decirle a la gente que plante árboles, sino también de proporcionarles las plántulas. La Iglesia de Kenia también está llevando a cabo este programa y decidió adoptar algunos bosques. Además, hay un seguimiento constante de los árboles plantados y estamos conservando estos bosques a medida que seguimos sembrando árboles».

En Ghana, la Iglesia está llevando a cabo una campaña para plantar un millón de árboles en consonancia con lo que está haciendo el gobierno. La Iglesia de Malawi siembra árboles y Malawi tiene el concepto de vincular la siembra de árboles a dos ocasiones en nuestras vidas. Por ejemplo, si hay una boda, la pareja que se casa siembra un árbol; y si hay un funeral, hay que sembrar un árbol en el cementerio… Hay mucha siembra de árboles por parte de la Iglesia en África; de hecho, en Burundi se han sembrado tres millones de árboles en los últimos ocho años».

¿Puede decirnos qué piensan los/as jóvenes sobre la crisis climática y qué está haciendo la Iglesia?

«Los/as jóvenes consideran que es un tema muy importante porque son los/as más afectados. También existe la sensación de que esta es una coyuntura muy crítica para tomar decisiones sobre el medio ambiente».

Afirmó que los/as jóvenes tienen la energía, la creatividad y la innovación necesarias para realizar cambios. «Creo que poner a los/as jóvenes en el centro de esto les da la oportunidad y el espacio no sólo para comprometer a los responsables de la toma de decisiones, sino también para apoyar la mitigación y la adaptación, que es nuestra principal preocupación».

En África, Nicholas dijo que los representantes provinciales de la juventud de las iglesias se han enfocado en las problemáticas del medio ambiente y están movilizando al resto de los/as jóvenes de la Iglesia.

«Necesitan que los/as primados/as y los/as obispos/as actúen, porque realmente están en la primera línea de defensa. La dirección de la Iglesia, diría que actualmente, es un poco ambivalente».

¿Qué les diría a los/as obispos/as de Lambeth sobre cómo debe responder la Iglesia a la crisis climática mundial?

«Creo que la Iglesia debería comprometerse mucho porque es un mandato bíblico el administrar la creación. También creo que los/as obispos/as son los/as más indicados/as para influir en la política, y deben ejercer liderazgo en la Iglesia y en sus comunidades. En la práctica, eso es lo que ocurre con la siembra de árboles. Eso es el liderazgo en la práctica».

«En mi experiencia, cuando hay apropiación a nivel de los líderes, hay más práctica en los niveles de base. El problema surge cuando hay iniciativas en la base y los líderes no están realmente comprometidos».

Dijo que las Iglesias podrían hacer más para proporcionar recursos y poner el cuidado de la creación en sus liturgias y programas de discipulado. «No se trata sólo de la movilización de la comunidad», dijo, «sino también de la mejora de la capacidad de la Iglesia para entender el cuidado del medio ambiente».

«Mi esperanza en los próximos meses es que los gobiernos sean más ambiciosos, y que la Iglesia encuentre la manera de trabajar con los gobiernos y sus organismos para hacer realidad esos compromisos». Así que espero que los/as obispos/as empiecen a entender en sus contextos particulares, lo que nuestros gobiernos se reúnen a hacer en la COP 26. Y si lo llevan a las Iglesias, ayudarán a los feligreses a entender su papel en la aplicación de esos objetivos».

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