Mientras continúo mis reflexiones sobre el llamado de Lambeth en relación con el medio ambiente y el desarrollo sostenible, mi atención se centra principalmente en las palabras de la Escritura en el libro de Génesis, 1:31: la historia de la creación. La frase «he aquí que era bueno en gran manera» se repetía al final de cada día de la creación. No se trataba de un simple «bueno», sino de un «bueno en gran manera». Esto significa que hemos heredado y vivimos en un ambiente basado en la pura bondad: la bondad de Dios. Una bondad que debía ser experimentada por todos, independientemente de dónde vivieran o cuántos recursos tuvieran o pudieran acceder.

Desde hace algún tiempo, ya sea dentro de la iglesia, de la comunidad o a nivel global, enfrentamos los efectos del cambio climático derivados de decisiones y acciones lamentables. La degradación medioambiental amenaza tanto al ser humano como al planeta, y es urgente actuar. Desde mi hogar en Lesoto desde donde escribo, la realidad del cambio climático es evidente. Por ejemplo, ayer los termómetros marcaban 25 grados Celsius (86°F), mientras que hoy la nieve cubre las montañas y las temperaturas oscilan entre -2 y 9 grados Celsius (28 – 48°F).

Cada uno de nosotros se ve afectado de una manera u otra, y todos debemos ser parte de la solución. Desde nuestros lugares respectivos, nos comprometemos a defender el respeto al medio ambiente y a unirnos a aquellos que traen un cambio positivo y constructivo.

Debemos asumir la responsabilidad de cuidar y preservar nuestro planeta de forma sostenible. Es necesario actuar de inmediato para mejorar el destino de todas las especies vivas y de las generaciones futuras. Al unir nuestra pasión y dedicación por este mundo, nosotros, los anglicanos, somos capaces de iniciar una ola de transformaciones positivas. Unámonos y hagamos esto realidad.

Información adicional

La Reverendísima Dra. Vicentia Kgabe, Obispa de Lesoto.

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