Las azoteas se convierten en el nuevo pĂșlpito de las Iglesias en el norte de la India

Las azoteas se convierten en el nuevo pĂșlpito de las Iglesias en el norte de la India

El obispo de Amritsar, de la Iglesia del norte de la India, explica que cuando se cerraron las Iglesias, la diĂłcesis trasladĂł sus servicios a los tejados de las ciudades y pueblos para seguir celebrando el culto y compartiendo el evangelio en la era de la COVID-19.

El obispo Pradeep Samantaroy, a quien le gusta que lo llamen obispo Bunu, se encarga de dirigir las Iglesias de los tres estados indios de Punyab, Himachal Pradesh y Jammu y Cachemira. La diĂłcesis de Amritsar se compone de unas 300 parroquias, con una poblaciĂłn mayoritariamente hindĂș. TambiĂ©n hay un nĂșmero importante de otras confesiones, como los musulmanes, los sijes y quienes no profesan ninguna confesiĂłn.

El obispo Bunu hablĂł de la forma en que la Iglesia de la India ha continuado con su vocaciĂłn de compartir el Evangelio en un entorno multirreligioso, a pesar del confinamiento y los toques de queda debidos a la reciente pandemia.

«En un país como la India, donde estån representados casi todos los credos, todo el mundo pone su mirada en la comunidad cristiana con ojos escrutadores por estos días. Por tanto, la comunidad cristiana tiene que hacerse visible y actuar pråcticamente en beneficio de toda la comunidad, independientemente de la casta, el credo, la religión, la etnia y todo tipo de diferencias que dividen a las comunidades. Es importante que el Evangelio se vea y no sólo se escuche; eso es exactamente lo que intentamos hacer».

El obispo Bunu dijo que las escuelas cristianas son una de las formas en que la Iglesia del Norte de la India puede poner su fe en acciĂłn.

«Tenemos escuelas que tienen unos 150 años, como la de Jammu y Cachemira, en Srinagar, con 7.000 niños. Cada dĂ­a… los niños rezan el Padre Nuestro en la mañana en la asamblea y damos gracias a Dios por poder hacerlo. Algunos de los himnos cristianos han sido traducidos a la lengua cachemira para que los niños los puedan cantar. Es una especie de evangelizaciĂłn silenciosa, en la que con nuestra presencia estamos dando testimonio y, cuando hay un terremoto, estamos allĂ­, cuando hay una inundaciĂłn, estamos allĂ­.

«Aunque no estemos predicando a Cristo abiertamente en las plazas de la ciudad y en lugares pĂșblicos, es a travĂ©s de la labor educativa y tambiĂ©n de nuestro trabajo mĂ©dico en los hospitales, que hacemos evangelizaciĂłn y oramos por el mundo».

¿Qué pasó cuando la pandemia llegó a la India?

«La pandemia llegó a la India a principios del año pasado, pero el confinamiento se anunció el 23 de marzo. Se anunció por la noche, por lo que la gente no tuvo tiempo de prepararse. Así que, a la mañana siguiente, cuando la gente se despertó, todo estaba cerrado. Los que tenían comida en sus casas pudieron arreglårselas, pero otros se quedaron atrapados ya que sus trenes y vuelos fueron cancelados durante la noche».

A pesar del toque de queda, el obispo Bunu se adentrĂł en la ciudad y encontrĂł personas varadas sin comida ni agua porque no podĂ­an llegar a sus casas ya que todo el transporte se habĂ­a suspendido.

«Hablé con mis colegas y al día siguiente empezamos a cocinar alimentos. Primero en nuestra casa, luego el personal de la oficina también se ofreció y cocinamos y distribuimos alimentos, incluidos suministros para la policía y los paramédicos, porque estaban de servicio sin comida. Distribuíamos unos 500 paquetes de comida cada día y empezåbamos a cocinar a partir de las cinco de la mañana. Mi deber era empezar a cocinar, hacer el curry indio, así que preparaba el masala y demås. Entonces las familias picaban las cebollas y cortaban las verduras».

AdemĂĄs de la distribuciĂłn de alimentos, la Iglesia organizĂł a un grupo de mujeres que habĂ­an perdido su trabajo para que se pusieran a fabricar mascarillas. La iglesia distribuyĂł entonces mascarillas y desinfectantes junto con los alimentos.

«Empezamos con cero fondos, y nunca nos detuvimos. Repartimos arroz, harina de trigo, legumbres, sal, azĂșcar, aceite de cocina y muchas otras cosas y salimos a repartirlos por los pueblos. Esto se prolongĂł durante meses. La distribuciĂłn de alimentos terminĂł ahora porque la gente tiene acceso a la comida, pero tenemos una lĂ­nea telefĂłnica de asistencia las 24 horas del dĂ­a, los 7 dĂ­as de la semana. AsĂ­, la gente puede llamarnos si sus medicamentos se retrasan y tenemos kits de COVID para repartir. Si sabemos que alguien estĂĄ afectado por la COVID y no tiene un medidor de oxĂ­geno o un termĂłmetro, tenemos botiquines para ayudarle».

Cuando entraron en vigor las restricciones por la pandemia, el obispo Bunu dijo que los cristianos se vieron muy afectados, ya que no era posible reunirse para realizar el culto de manera colectiva.

«Eståbamos aislados unos de otros, lo que tuvo un tremendo impacto emocional en la gente. Así que empezamos a buscar formas y medios para llegar a las personas. Pensamos: si la gente no puede ir a la Iglesia, ¿serå posible llevar la Iglesia a la gente?».

Como la gente era libre de utilizar el espacio de sus propias casas y la mayorĂ­a de las casas indias en Punyab tienen tejados planos, naciĂł la idea de los servicios en las azoteas.

«Seleccionamos el edificio mås alto de un pueblo e invitamos a la gente a subir a las azoteas de sus propias casas, donde estaban seguros y a salvo y no infringíamos las normas. La gente se animó mucho y pudimos ver que se unían cantando, aplaudiendo y bailando, y que estaban muy contentos de adorar juntos».

Los servicios en las azoteas se extendieron a otros pueblos y zonas, incluso a ciudades como Amritsar. El obispo Bunu dijo que, ademĂĄs de incentivar a los cristianos, estos servicios se convirtieron en una forma de difundir la esperanza y compartir su fe.

«Por la mañana, a las seis, cuando empezamos el servicio, hay silencio, asĂ­ que la voz y la mĂșsica llegan a kilĂłmetros de distancia. Hemos recibido cumplidos, incluso de personas de otras religiones que aprecian que recemos por las vĂ­ctimas de COVID, por los mĂ©dicos, por las familias y por todos los afectados. Esto es lo que hemos estado haciendo todos los domingos a las seis de la mañana».

La diócesis también organiza servicios familiares en línea por las tardes.

«Siento que esta pandemia nos ha dado la oportunidad de redescubrir la Iglesia. Estamos buscando la cooperaciĂłn y la ayuda de los demĂĄs. Estamos reconociendo nuestra necesidad de ser interdependientes y de encontrar formas de ver la positividad en medio del sufrimiento… Con nuestros compromisos misioneros podemos ofrecer un poco de alivio a la gente que estĂĄ sufriendo, lo cual es muy gratificante”.

«Veo que Dios estå trabajando, dåndonos nuevas herramientas, abriendo nuevas ventanas, abriendo nuevas puertas por lo que no me siento desesperado, sino que doy gracias a Dios por el nuevo mundo que estå ofreciendo como Su misión para la Iglesia».

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